Mal informados
Nos entrevistamos con
al menos 20 pequeños comerciantes que actualmente cuentan con una máquina de
azar en su negocio, en Santa Fe, San Sebastián, San Agustín y Santa Cruz de las
Flores, pero ninguno de ellos manifestó tener conocimiento de que dejarlas
operar en sus comercios implica participar en un delito. Se les preguntó
¿Cuando le dejaron la máquina de azar le informaron que pudiera tener
problemas?
Sus respuestas fueron
muy variadas, “Sí he sabido que las recogen, pero no he sabido que los multen
ni me han informado nada”, “Según eso están prohibidas pero todo mundo las
tiene, por aquí pasa todos los días el delegado y nunca me ha dicho nada”,
“Esta que tengo yo, no tiene ningún problema, tiene su holograma de que está
pagando impuestos”, “Sí sé que está mal, pero tengo que hacer la luchita para
sacar la papa porque la cosa está muy dura, oye, si el gobierno se hace de la
vista gorda, pues uno también”.
Por Mario G. León
Ninguno de los
entrevistados reveló el nombre completo de la persona que les dejó las
máquinas, “Sé que se llama José, pero no sé más, me dejó un teléfono celular
para llamarle por si me daba algún problema, pero lo cambia a cada rato, la
última vez que vino nos dejó el nuevo, pero ahorita no sé donde lo dejé”; en
varias tiendas coincidieron en el nombre, el teléfono nos lo proporcionaron en
dos de ellas, pero los dos, “han sido cambiados o se encuentran temporalmente
suspendidos”.
Al parecer, personal
del ayuntamiento sí los conoce, pues en una tienda de San Sebastián, que no
tenía máquina tragamonedas, les preguntamos si no habían ido a ofrecerles y nos
contestaron, “Ya tuvimos un tiempo pero se la llevaron los del ayuntamiento
hace como un año, el día que vinieron apenitas se acababa de ir el dueño y
luego luego le marcamos, estuvo platicando con ellos (los del ayuntamiento) y
les decía que por qué se la llevaban si él acababa de pagarle a su jefe para
que no lo molestaran, pero nunca dijo el nombre de quién le había pagado. De
todos modos se la llevaron y le entregaron un papel al dueño para que fuera a
reclamarla, el señor quedó de traerme otra después, pero ya nunca regresó”.
Funcionarios involucrados
A pesar de no haber
obtenido nombres específicos, las declaraciones de los comerciantes en las
diferentes localidades que hicimos la investigación, coinciden en que los
dueños se arreglan con los del ayuntamiento para no ser molestados. La mayoría
de las máquinas ostentan un etiqueta roja con la palabra manzana, un folio y el
dibujo de una manzana, que según los dueños, es el “holograma” que les dan para
reconocer las que sí pagan de las que no. Una comerciante en San Sebastián nos
comentó, “Ya le dije al dueño que me traiga una con holograma, yo no quiero
tener problemas”.
San Agustín fue un caso
particular, ahí todos los locatarios coincidieron en que no tendrán problemas,
uno de ellos argumentó, “Sí he sabido por el periódico que las recogen, pero en
otros lados, aquí no (en San Agustín), según me dijeron que porque aquí vive
uno de los meros meros que se encarga de eso y nos conoce a todos”; otro fue
más nos expuso, “Me dijo el que me la trajo (la máquina) que la había recogido
en San Sebas y era del que la recogió, ni modo que él solito se la quite”.
Sin evidencias
Es importante señalar
que ninguna de las declaraciones pudo ser comprobada, pues en ningún caso se
les entregó algún documento a los comerciantes, ni siquiera tuvieron que firmar
alguna responsiva por el equipo, como lo hacen todos los proveedores hasta por
los exhibidores de papitas.
Desde el punto de vista
de uno de los locatarios, la prohibición o permiso para que este tipo de
máquinas prohibidas por la ley federal, tiene mucho que ver con los
ayuntamientos, “Hace mucho tuve una, pero me la quitaron en cuanto entró
Tatengo y no me habían traído otra, hasta apenas ahorita, porque esté
ayuntamiento sí nos deja trabajar”.
Quienes fabrican y
distribuyen estas máquinas de azar, saben de las implicaciones que tiene
hacerlo y cuidan de no dejar evidencia que los vincule a ellas, dejando la
responsabilidad al comerciante, que movido tanto por la necesidad como por la
ambición y el desconocimiento de la ley, aceptan instalarlas en sus negocios,
poniendo en riesgo su patrimonio, pues cuando surjan los problemas jamás darán
la cara los verdaderos dueños, sabedores que pueden terminar en la cárcel, tal
como lo marca la Ley Federal de Juegos y Sorteos.
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