domingo, 7 de octubre de 2012

Sin aviso previo

Al darse cuenta, ya ni frenar es bueno


Es probable que si usted no es asiduo a circular por la carretera Tlajomulco–San Miguel, en su trayecto encuentre varias sorpresas y no de las más satisfactorias, ya que al ir convencido de que es una carretera de primer mundo, los temibles baches le arruinarán el momento, o por lo menos la concentración.

Así es como lo describió Gabriel, motociclista que asiste todos los días desde San Miguel Cuyutlán hasta el Instituto de Educación Superior que se encuentra a las afueras de la Cabecera Municipal, que al recorrer gran parte de este trayecto tiene ya memorizado los puntos de cuidado.

“Los que no pasan seguido dan unos buenos frenones, porque de venida de San Miguel, enfrente de la entrada al fraccionamiento San Diego hay como tres grupitos de baches en el carril de baja que sí se sienten fuerte, y luego los topes que no están completos como que te desconcentran. Ya de ida, está uno después de la embotelladora y el otro día que regresé de echar gasolina, me tuve que salir del camino casi en la entrada de Eucaliptos para no arriesgar una llanta o una caída, porque la mera verdad, sí me dio miedo el megabache de todo un carril que vi”.

Por Ángel Barajas

Estos desperfectos suelen durar bastante tiempo, debido a que esta vía al formar parte del Circuito Sur Metropolitano, se encuentra a cargo de la Secretaría de Desarrollo Urbano (SEDEUR), que se encarga de dar mantenimiento a las vialidades en todo el Estado, lo que limita la atención que se le puede dar a estos detalles, en especial en tiempos de cambio de administraciones.

Esto no es todo, justo en la desviación de la delegación de San Miguel, en donde se separan las vías hacia San Lucas y a Cuexcomatitlán, se encuentra un socavón que se fue agrandando durante el temporal de lluvias dejando un desnivel de más de 20 centímetros, el cual puede causar daños graves a cualquier vehículo.

Este desperfecto ya fue anteriormente expuesto en la edición 619 de este semanario,  pero a más de un mes de ello, la situación luce peor, ya que al disminuir la frecuencia de las lluvias, toda la tierra que se deslavaba con la corriente se fue acumulando creando una pequeña duna que dificulta aún más el paso de peatones y ciclistas, sin contar el doble riesgo para los automotores.

“Cada año se pone así pero nunca hacen nada, ahora ya se está comiendo el asfalto, a ver hasta cuándo lo arreglan, yo creo que hasta que llegue a media carretera”, comentó un transeúnte que se encontraba esperando el camión en la parada justo al frente.

Lo que sí arreglaron fue el cruce con las vías del tren, que ponía en peligro a varios automovilistas que llegaron a quedar atorados en los baches que se encontraban en las inmediaciones de los rieles de la vía.

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