miércoles, 9 de mayo de 2012

Lo que el mitin nos dejó


Crónica de un mitin político



Mientras la música de banda suena los jóvenes bailan, muchos aprovechan la ocasión para tomarse algunas cervezas, eso aun cuando se encuentran en un lugar público, y según las normas municipales eso no está permitido, pero cómo resistirse cuando los propios comercios se valen de la conglomeración de personas para sacar un extra a través de la venta de alcohol.

La música se detiene y la fiesta parece tomar una pausa para que la gente recuerde que se encuentra en un mitin político, entonces en el estrado donde antes tocaba la banda aparece la figura de un hombre que saluda a la multitud, en diversos puntos del Municipio la situación es muy similar, la diferencia radica en el color con el que se viste cada uno de estos personajes.

Por Víctor Hugo Ornelas

El hombre toma el micrófono y se dirige a la gente, que al unísono corea su nombre intercalado con la frase ¡presidente, presidente! El discurso incluye los ataques a sus contrincantes políticos, algunas promesas para mejorar el Municipio, pero ninguna explicación de cómo las piensan cumplir.

Unos prometen un cambio y otros más aseguran continuidad, todo según les convenga, las banderas del partido que representa el candidato comienzan a ondear como si se encontraran en un estadio de futbol, casi todos los presentes son simpatizantes, y aunque la mayoría asegura que no hay acarreados, las playeras, banderas y los camiones que estacionan a pocas cuadras del punto de reunión, hacen pensar lo contrario.

Mientras tanto, el equipo de difusión de cada candidato calcula a ojo de buen cubero la convocatoria, dos mil, cuatro mil o hasta cinco mil, ya incluyendo la exageración, y claro, sin descontar a todos aquellos que no llegan a la mayoría de edad, que no votarán y que fueron al mitin para escuchar a la banda musical y difícilmente conocen el nombre del candidato que la llevó.

El aspirante concluye su participación y entre porras y aplausos levanta las manos en señal de victoria, lo que representa una especie de ritual de campaña que todos hacen, luego camina un poco entre la gente y se va confiado de haber conseguido algunos votos.

Ahí termina el evento, el candidato se va a planear su próximo mitin y los simpatizantes a sus casas, los acarreados a tomar fuerza para la siguiente manifestación de apoyo, sin embargo, lo que queda en el lugar donde se llevó a cabo el evento no es para nada grato, basura por cualquier lado, innumerables folletos con la foto de un hombre sonriendo adornado por el logo de un partido y la duda sobre si la gente que acudió al evento tuvo a su alcance los suficientes datos como para decidir si darle o no su voto al hombre que acaba de ver y escuchar.

Y es que del discurso ofrecido por el candidato, apenas concluye el evento y a muchos ya se les olvidó de qué trataba,  ¿Te acuerdas de alguna propuesta del candidato? “Sí, que va aponer clases de música” ¿De música? “Bueno, de artísticas o algo así”, respondió un simpatizante al término de un mitin en la Cabecera Municipal.

Finalmente y luego de presenciar lo anterior, podemos ver que si algo es seguro que da como resultado un mitin político, eso un montón de basura, consumo de bebidas alcohólicas y dudas por a poca efectividad de estos para transmitir un mensaje efectivo a la ciudadanía.

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