martes, 20 de julio de 2010

12 pasos de un funcionario

Por Mario González León

Después del éxito obtenido por miles de alcohólicos para liberarse de ese “tirano” llamado alcohol, muchos otros buscaron la manera de liberarse de su propio tirano, adaptando el texto original del programa de 12 pasos a su enfermedad. Así empezaron a adaptarlos para enfrentar la adicción a la droga, la comida, el sexo y una infinidad de adicciones que afectan la calidad de vida de los seres humanos. Quienes han adoptado el programa para aplicarlo en su diario vivir, dan testimonio de que las promesas ahí ofrecidas son una realidad y ahora pueden gozar de una vida útil y feliz, tal como lo enuncia su primer paso.

Mucho cambiaría la vida de miles de ciudadanos si los funcionarios públicos tuvieran una vida útil y feliz, pues al acercarnos a ellos seríamos tratados con cordialidad y respeto, tratando de ser útiles a la sociedad que sirven o al menos, que les paga.

Con el debido respeto que siempre le he tenido a este programa de vida, que ha logrado sacar a millones de personas de una vida inútil y enterrada en la soledad, quisiera “soñar” que la prepotencia y corrupción se han convertido en adicciones de funcionarios, cuando sienten la embriaguez causada por apenas un sorbo de poder, o tal vez la adicción sea al poder, que al igual que el alcohol bloquea su voluntad para manejarlos a su antojo, haciéndolos desear cada vez más y se convierte en el refugio ante cualquier contrariedad, con la habilidad suficiente para engañar a cualquier “bebedor de poder” de que puede controlarlo cuando lo desee, metiéndolo en una espiral sin fin, “entre más tengo, más quiero”, olvidándose de sí mismo y de los demás, quedando a expensas de las garras de su adicción.

Si quieres darles una leída en su versión original lo puedes hacer en www.aamexico.org.mx/docepasos.html, para comenzar es necesario tener a la mano la versión completa y leerla sustituyendo la palabra alcohol por poder o bien prepotencia y corrupción según sea el caso, además de que sean al menos 2 los interesados en tener una vida útil y feliz.

Haciendo un brevísimo compendio y adaptación de estos doce pasos, se podría decir que es necesario comenzar por lo primero, reconocer la impotencia ante el poder, la prepotencia y la corrupción. No por nada escuchamos decir una y otra vez “Todos son iguales, nomás llegan al poder y se les olvida el pueblo y quien los puso ahí”.

Aceptarlo no es sencillo, ¿A quién le gusta aceptar la derrota?, pero sí es necesario hacerlo para iniciar el proceso hacia una vida útil y feliz (primer paso).

Una vez aceptada la impotencia para controlarlo con sus propios medios, la única opción para evitar quedar sumidos en una vida de parásito, será entonces aceptar la ayuda de alguien que sí pueda con esa adicción, de un poder superior, y comenzar de una vez por todas a luchar contra ese engendro llamado prepotencia (segundo). A ese poder superior le llamamos Dios, como cada quien lo conciba en el más amplio sentido de su concepción, una vez encontrado, tomar la decisión de poner la vida y la voluntad a su cuidado (tercero), pues ya existe la convicción muy personal de que la voluntad no es capaz de soportar las embestidas embriagadoras que da el poder.

Ya que se pone la vida en sus manos, es necesario hacer un recuento de todo lo que ha sido su vida para tener conciencia plena de la “finísima persona” en que los ha convertido esa adicción al poder y evitar seguir en el engaño de que hacen un servicio a la ciudadanía, entender el tamaño del daño que les ha causado el poder en su vida y en su trabajo y cómo han dañado a los demás abusando del puesto ocupado (cuarto paso). Admitir la naturaleza exacta de sus defectos ante Dios, ante sí mismos y ante al menos otra persona, que al igual que ustedes esté luchando por ser un auténtico funcionario público (quinto paso).

La finalidad de haber reconocido todos los errores cometidos por el deseo de tener más poder no es para autoflagelarse, sino para despertar la disposición a liberarse de los defectos de carácter que los propiciaron (sexto paso) y pedirlo con humildad a ese poder superior (Dios), sin jamás perder de vista la derrota inicial aceptada (séptimo paso).

En esa vida de errores mucha gente salió lastimada, por lo que se sugiere hacer una lista de todos aquellos que se han llevado entre las patas, de todos aquellos que ya sea de manera conciente o inconciente han dañado con sus actitudes y con los actos de poder ejercidos (octavo paso) y reparar en la medida de lo posible todos los daños causados (noveno paso).

Para mantener la sobriedad de poder, es necesario revisar diariamente su vida, admitir y corregir inmediatamente cualquier abuso de poder, acto de prepotencia y corrupción cometido (décimo paso).

Apoyados en la meditación y cercanía con ese Dios que les ha devuelto la sobriedad de poder, buscar cumplir su voluntad para lograr ser un funcionario útil y feliz (paso once) y finalmente, llevar el mensaje a otros funcionarios, de que realmente es posible ser un servidor público en toda la extensión de la palabra (paso doce).

¿Será posible que algo así sea realidad?

1 comentario:

  1. hola soy policia de tlajomulco quiero que me ayudes con tu publicacion para que les hagas saber a nuestros directivos que estan haciendo las cosas muy mal y saber si ustedes pueden investigar el por que el subdirector operativo le dio grados a todos menos a los que lo merecen como a la multimencionada belkis quien la hizo 16 de la noche a la meñana yo estaba de turno y el señor la mando traer de su casa en patrulla y ordeno que la llevaran a su casa y al siguiente dia ya era encargada de un sector siendo que la señorita nunca tuvo algun acargo y no sabe ni lo que hace solo expone la vida de los uniformados a su cargo pero el mentado 02 la defiende a capa y espada solo por placer dime que hago para desenmascarar toda esta corrupcion que esta acabando con la tranquilidad de tlajomulco ya que por esta mujer quitaron a comandantes que en verdad saben hacer su trabajo

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