Por Mario González León
Ahora resulta que el tratamiento que los medios damos a la información sobre la inseguridad y crimen organizado, inciden en el clima de violencia. Así lo afirmó el secretario de gobernación Gómez Mont, en el foro binacional de medios celebrado esta semana, en donde participaron los principales diarios nacionales y diferentes autoridades tanto mexicanas como estadounidenses.
Plantea además establecer un sistema de reglas para el ejercicio periodístico cuando se toquen temas vinculados a la seguridad y la violencia, argumentando que la libertad, en este caso de expresión, debe ser ejercida con responsabilidad, con conciencia de los efectos que tendrá en la sociedad el tema abordado.
Planteado así, hasta bonito se ve. Sin embargo es la mejor excusa para encontrar culpables por los altos índices de violencia que vivimos en los últimos meses en todo México, pero si sólo fueran los medios quienes inciden en la violencia, la situación no tendría por qué alcanzar los niveles que vemos.
No se trata sólo de la cantidad de delitos cometidos, sino de la saña con que son cometidos los crímenes, pues muy a nuestro pesar nos está resultado cotidiano darnos cuenta de decapitados, mutilados, diluidos y otras formas sanguinarias de “saldar cuentas”, en donde el precio de una vida humana se ha devaluado de tal manera, que aún más sorprendidos escuchamos el sueldo de obrero que recibe un asesino.
La forma y los motivos de matar han cambiado, la sociedad también lo ha hecho, pero los medios de comunicación también. El secretario de gobernación no se ha dado cuenta que los más lentos en adaptarse a las nuevas condiciones han sido ellos mismos. Culpó a una nota de Sinaloa por el incremento en las muertes violentas en ese Estado, pues se registraron 60 más en comparación con el mes anterior. Dato alarmante, pero que se queda corto con las 96 ejecuciones suscitadas en un solo día, el pasado 14 de junio en el país.
La mayor parte de los medios de comunicación ya nos hemos puesto nuestros propios métodos de control. Si se encuentra algún ejecutado, así lo decimos, no más, pero tampoco menos. No podemos dejar de decir lo que sucede a nuestro alrededor y quedarnos mudos ante esta ola de violencia, pero asumimos la parte que nos toca y hacemos lo posible por no promoverla y mucho menos provocarla.
Bien lo dijo el secretario, la libertad hay que ejercerla con responsabilidad, y sería necesario agregar que esa responsabilidad implica asumir las consecuencias de los actos, pero cuando no existe autoridad que haga pagar por un crimen cometido, la facilidad de volverlo a hacer aumenta y también el número de personas dispuestas a hacerlo, dada la poca probabilidad de que tengan que purgar alguna condena.
A pesar de las escasas detenciones logradas, en comparación con los crímenes cometidos, los medios de comunicación hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para poder informar cuando los crímenes sí son castigados, pero hasta eso resulta difícil por las leyes de seguridad vigentes. Si tratan de culparnos a los medios informativos, tal vez deberían verse a sí mismos antes de hacerlo.
Los medios dedicados al entretenimiento, sobre todo los televisivos, aportan mucho más a la violencia. Basta ver los contenidos de caricaturas, series, novelas, incluso de programas de comedia, todos con un alto índice de violencia y dada la gran penetración que tienen en la sociedad, van modificando los valores y ajustándolos a sus contenidos. Para ellos no existe ningún proyecto de regulación, pueden proyectar tanta violencia como quieran, aunque se auto impongan límites en imágenes explícitas, parece que lo hacen más por falsa moral que por convicción social, pues desde las caricaturas con un público mayoritariamente infantil hasta las novelas están plagadas de imágenes violentas, en donde se pone como modelo a seguir a aquel que pasa por los demás, al que logra matar al “malo”.
Si de verdad se quiere bajar la violencia, hagamos cada quien su parte. Nosotros ya lo estamos haciendo desde hace tiempo. ¿Ustedes cuándo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario