martes, 19 de junio de 2012

De procedencia dudosa


Mal manejados, algunos negocios pueden fomentar actos delictivos


¿Se ha preguntado qué hacen los delincuentes con la instalación eléctrica que roban de las viviendas, a dónde van a parar las coladeras y tapas de registro que desaparecen de la calle, el cable de cobre, las piezas de su auto, la lavadora que le robaron a la vecina o el alambre de púas que no amaneció en el predio de un costado?

La mayoría de esos artículos terminan en negocios de compra venta de chatarra, metales y aluminio, entre piezas de autos viejos, latas de refresco y demás pedacera de metales. Claro, habrá que aclarar que esta complicidad con el delincuente no se da en todos los negocios de ese ramo y depende solamente de la honestidad del propietario, como en el caso de Carlos, que tiene una chatarrería sobre la carretera a San Sebastián y que recibe a sus clientes con un letrero en el que se puede leer: “No se compra nada de procedencia dudosa”.

Por Víctor Hugo Ornelas

Y es que el verdadero negocio es para quien lleva sus diferentes materiales a la venta, pues para quienes compran la chatarra la ganancia es mínima, “A cada cosa le ganamos centavos o a lo mucho un peso por kilo”, nos platicó nuestro entrevistado. Por otro lado, en los característicos letreros flourecentes que se encuentran a las afueras de varios negocios de este tipo, se pueden leer los pecios en los que se compra cada material; lo mejor pagado son las baterías de automóvil, 175 pesos por cada una, le sigue el cobre a cien pesos por kilo y de ahí baja la denominación hasta los tres pesos con 50 centavos que pagan por el kilo de lámina.

Las chatarrerías son reguladas de la misma manera que cualquier otro negocio, es decir, el gobierno no tiene control sobre ellas, estas pueden aparecer de pronto en un lote baldío, una casa, un predio junto a locales comerciales o cualquier lugar dónde se pueda almacenar lo que se compra, y cabe señalar, que no en todas, el propietario practica la misma filosofía que Carlos, por lo que reciben cualquier tipo de material, incluso, algunos aprovechan el hecho de que les vendan cobre, cables de teléfono, instalación eléctrica, tomas de agua o coladeras para entonces pagarlas a menor precio y sacar un extra de la mercancía robada.

El mal manejo de los negocios de compra venta de chatarra contribuye a que se den actos delictivos, a que se genere inseguridad pública y que se atente contra los derechos y la tranquilidad de las personas, pero sobre todo, podría ser en gran medida, el mayor responsable del incremento en los índices de robo a casa habitación.

Además de las chatarreras, otros comercios que deberían regularse en la materia son las casas de empeño, donde fácilmente alguien puede llevar un aparato robado y recibir un pago por él, puesto que en la mayoría de éstas, no piden factura o algún documento que compruebe la propiedad del artículo a quien intenta empeñarlo.

Otra situación similar, pero más complicada de controlar, se presenta en el negocio informal, dónde es evidente la venta de mercancía que bien podría ser robada, esto en puestos que se instalan en las esquinas de algunos fraccionamientos o en el área de segundas de los tianguis.

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