Mal manejados, algunos negocios pueden fomentar actos delictivos |
¿Se ha preguntado qué hacen los delincuentes con la
instalación eléctrica que roban de las viviendas, a dónde van a parar las
coladeras y tapas de registro que desaparecen de la calle, el cable de cobre,
las piezas de su auto, la lavadora que le robaron a la vecina o el alambre de
púas que no amaneció en el predio de un costado?
La mayoría de esos artículos terminan en negocios de
compra venta de chatarra, metales y aluminio, entre piezas de autos viejos,
latas de refresco y demás pedacera de metales. Claro, habrá que aclarar que
esta complicidad con el delincuente no se da en todos los negocios de ese ramo
y depende solamente de la honestidad del propietario, como en el caso de
Carlos, que tiene una chatarrería sobre la carretera a San Sebastián y que
recibe a sus clientes con un letrero en el que se puede leer: “No se compra
nada de procedencia dudosa”.
Por Víctor Hugo Ornelas
Las chatarrerías son reguladas de la misma manera que
cualquier otro negocio, es decir, el gobierno no tiene control sobre ellas,
estas pueden aparecer de pronto en un lote baldío, una casa, un predio junto a
locales comerciales o cualquier lugar dónde se pueda almacenar lo que se
compra, y cabe señalar, que no en todas, el propietario practica la misma
filosofía que Carlos, por lo que reciben cualquier tipo de material, incluso,
algunos aprovechan el hecho de que les vendan cobre, cables de teléfono,
instalación eléctrica, tomas de agua o coladeras para entonces pagarlas a menor
precio y sacar un extra de la mercancía robada.
El mal manejo de los negocios de compra venta de chatarra
contribuye a que se den actos delictivos, a que se genere inseguridad pública y
que se atente contra los derechos y la tranquilidad de las personas, pero sobre
todo, podría ser en gran medida, el mayor responsable del incremento en los
índices de robo a casa habitación.
Además de las chatarreras, otros comercios que deberían
regularse en la materia son las casas de empeño, donde fácilmente alguien puede
llevar un aparato robado y recibir un pago por él, puesto que en la mayoría de
éstas, no piden factura o algún documento que compruebe la propiedad del
artículo a quien intenta empeñarlo.
Otra situación similar, pero más complicada de controlar,
se presenta en el negocio informal, dónde es evidente la venta de mercancía que
bien podría ser robada, esto en puestos que se instalan en las esquinas de
algunos fraccionamientos o en el área de segundas de los tianguis.
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