Puede ser burla, odio o traición,
pero lo que sí es seguro, es que es la justificación para una fiesta barrial,
de tomarse unos tragos, quemar pólvora y reír de la vergüenza de algún vecino,
que mediante un testamento, salen a relucir quién es en realidad, en la quema
de Judas del domingo de resurrección en la Cabecera Municipal.
Su gorra que acostumbra usar, la
playera de marca dominguera, incluso sus herramientas de trabajo -si es
mecánico, profesor, albañil o ladrillero-, son montadas junto con una pancarta
que reza la identidad de la persona en un pequeño mono hecho a base de papel
periódico, carrizos y decenas de cuentas que cuelga afuera de su vivienda, en
la esquina de su barrio donde acostumbra a salir o en todo caso, frente al
depósito de cervezas donde acostumbra estar con sus amigos y conocidos,
aquellos que para ese día ven cómo el Judas que entregó a Jesús de Nazaret a
los judíos, arde en llamas.
En la Cabecera de Tlajomulco, hay
decenas de estos monigotes, escenificando a un habitante de la población,
colgado en por lo menos 10 postes o barandales sobre las calles, seis de ellos
en los barrios más antiguos de esta población que practican la quema de judas
desde hace años.
El más significativo es de la
calle Hidalgo cruce con Higuera -mejor conocido como la calle de La cerrada-,
donde convergen los del barrio de la Vallarta y distintos vecinos provenientes
de la zona oriente de la Cabecera Municipal, el sonido de la rocola comienza
desde las seis de la tarde, custodiado por los vecinos que con cubeta de
cerveza a un lado, espera que llegue la hora donde aparecerá el vecino, para
quemarlo.
Otro de los significativos, es el
Judas que se monta en la esquina de la calle Ocampo en su cruce con Escobedo,
el del Deportivo Lunes -quienes cascarean futbol cada inicio de semana-, ahí el
primero en la lista era el joven conocido como Toy Story, que iba ser quemado
por el supuesto de que se roba la leche de las cántaras, mismas que él vende,
pero como llegó y cooperó sus cuotas por las cáscaras anteriores, su monigote
no fue quemado.
En su lugar, se colgó a Willy,
otro de los que acuden a cascarear a este lugar, ante la burla de sus
compañeros del futbol, por codo y no dar su coperacha a tiempo, a las 9 de la
tarde del pasado lunes, inició el festín con el encendido de este judas, que
entre cerveza y cerveza, bulla y risas los cuetes tipo chifladores se esparcían
incorporando a los mirones al festín. Willy no dejó testamento, a la par, los
montadores del Judas, de boca en boca señalaban a los espectadores el porqué de
la quema.
La llevadera de los judas es tan
grande, que existen anécdotas de años anteriores, de caso extremos donde en una
ocasión uno de estos monigotes fue a dar a la cárcel, porque la molestia de la
persona que querían “quemar” fue tan
grande, que pidió a la policía detener el festín y los uniformados trasladaron
el Judas de cartón a los separos, quien permaneció ahí un par de días. Hasta la
fecha se desconoce quién pago la multa o si hubo tal infracción.
Octavio Guevara, historiador del
Municipio, asegura que esta tradición comenzó en nuestro país en la época
novohispana, en pleno siglo XVIII, el cual fue adoptado por festín popular,
donde inmediatamente se le adaptó la pólvora y fuegos artificiales, y se
efectúa en el pueblo de Tlajomulco cada domingo de resurrección, a pesar de que
la tradición nacional marca el sábado de gloria como el día del Judas colgado.
“Los testamentos juegan el rol de confesionario público, en donde los
vecinos explican por qué decidieron quemar a determinada persona, que debe de
ser muy conocida por la gente del barrio, este documento es leído antes de la
quema y en ocasiones lo hacen a manera de prosa”, añade el historiador.
La quema de Judas es barrial, la
exhibición de la vergüenza y los trapitos al sol de un vecino, una
escenificación que en la actualidad lo único que tiene de similitud con el paraje
religioso es únicamente lo de Judas, aquel apóstol que la reconstrucción de la
historia católica últimamente demuestra que no fue un traicionero, sino que
sirvió a las órdenes de su maestro Jesús de Nazaret.
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