Nadie supervisa el cumplimiento de las inmobiliarias con sus clientes y las normas de servicios en el municipio |
Dar atención a casi 300 fraccionamientos en el
Municipio se ha convertido en una tarea titánica para el gobierno municipal,
que cada día paga una factura más cara por los errores del pasado.
Las condiciones de muchos
fraccionamientos son poco o nada favorables para sus habitantes, quienes al
solicitar el cumplimiento de lo prometido a la constructora o al ayuntamiento
se topan con una maraña de trámites que les impide lograrlo, quedando
prácticamente indefensos, por lo que en muchas ocasiones terminan por sentirse
defraudados.
De los que existen actualmente
en el Municipio, ya terminados, son pocos los que se pueden jactar de contar
con calles pavimentadas, redes suficientes de drenaje, de agua potable,
servicio de transporte público eficiente, alumbrado, seguridad y servicios
médicos, entre otros.
La falta de transporte público
obliga a las personas a caminar largas distancias o pagar un servicio
particular, como los abusivos mototaxis o algún otro que los traslade a la
parada de autobús o a su domicilio, lo que significa una merma en su economía.
Víctor Hugo Ornelas/Jorge
López
Los fraccionamientos se pueden
establecer bajo un régimen condominal o vecinal, el primero de ellos se refiere
a conjuntos habitacionales donde sus colonos se hacen cargo de sus propios
servicios, pago de alumbrado, mantenimiento, recolección de basura, etc., en
tanto que los fraccionamientos de régimen vecinal, cuentan con el apoyo del
ayuntamiento para la prestación de servicios, y como limitante, no pueden
privatizar sus cotos, clúster o etapas.
Cabe señalar que en el caso de
los de régimen condominal, muchas de las veces la negligencia, apatía,
irresponsabilidad o indiferencia de los residentes, dan como resultado que sus
fraccionamientos presenten pésimas condiciones.
De los males... los peores
Mucho se habla de las
condiciones de Chulavista y Santa Fe, incluso a estos dos conjuntos
habitacionales les han creado tal fama que supera la realidad, y es que,
ubicado en el corredor de la carretera a Chapala, cerca del kilómetro 21, se
encuentra el fraccionamiento Los Silos, con deficiencias en el servicio de agua
potable, carencias en el alumbrado público, calles realmente inutilizables por
los baches, así como una cantidad sorprendente de casas abandonadas, que bien
podría ser uno de los lugares que mayor problemática presenta en cuanto a su
estado se refiere.
El ingreso parece pertenecer a
algún pueblo fantasma, todas las viviendas de la primera sección se encuentran
deshabitadas, la mayoría de ellas ya fueron allanadas y saqueadas, muchas
carecen de puertas, protecciones, instalación eléctrica y ventanas; aunado a
esto, los restos de una construcción que parece un monumento al desastre
contribuye con la pésima impresión que genera el conjunto habitacional.
A varios kilómetros de ahí, en
la localidad de San Sebastián se encuentra el fraccionamiento Balcones de San
Sebastián, el cual se puede apreciar a simple vista que se construyó con una
pésima planeación urbana, donde los niños deben de trasladarse a Santa Anita
para ir a la escuela, porque en este fraccionamiento no hay, además los que ahí
viven, tienen que conformarse con recibir el servicio de agua sólo dos horas al
día comentaron.
Al igual que en los antes señalados, en otros complejos
habitacionales, la historia se repite, viviendas semidestruidas por vándalos
que por las noches acuden a robarse la cancelería, el cobre del cableado
eléctrico, puertas, sanitarios, lavabos y todo lo que les pueda redituar una
pequeña ganancia. Pero no sólo las desvalijan, también las usan para el consumo
y venta de enervantes, las habilitan como hoteles de paso y dormitorios de
indigentes, además como bodegas para guardar productos de robo como autopartes
y otros enseres domésticos.
Constructoras venden ilusiones
Muchos de los habitantes de
los nuevos fraccionamientos, aseguran que fueron objeto de un engaño, porque la
constructora que les vendió la casa que ahora habitan, les ofreció el cielo, la
luna y las estrellas, vendiéndoles “una vivienda digna, barata y con todos los
servicios”, pero resulta que para muchos el sueño se convirtió en pesadilla, y
una muy cara, puesto que las viviendas no se adquieren por debajo de los 220
mil pesos.
Obviamente, las protestas no
se hacen esperar, pero casi nunca prosperan, las condiciones de los
fraccionamientos empeoran con el transcurso del tiempo, mientras las
inmobiliarias se desentienden totalmente de cualquier relación con el que fue
su cliente, y lo que es peor, tardan demasiado tiempo en hacer el proceso de
entrega – recepción con el ayuntamiento, pero a la vez, no se hacen cargo del
mantenimiento mientras se deterioran.
Con todo lo anterior, parece
que la calidad de vida es algo a lo que ya pocos pueden acceder, las
fraccionadoras seguirán preocupándose por vender sus casas a costa de los
ciudadanos que buscan tener un hogar, mientras que los gobiernos pueden ir y
venir, y si ninguno pone un alto a la construcción de viviendas o marca un
camino a seguir en torno al tema, el problema seguirá prevaleciendo.
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