Diversos grupos siguen intersesados en mejorar las condiciones de la laguna, otros la contaminan |
Localidades como San Lucas, San Juan, San
Miguel, Cuexcomatitlán y desde luego Cajititlán, han sido testigos de los
cambios que ha sufrido su laguna, alguno de ellos benignos, pero todos los de
este tipo a raíz de la afectación que presenta el vaso lacustre.
En 2009, la Comisión Estatal del Agua (CEA)
determinó, a través de un estudio, que la laguna presentaba residuos fecales y
de metales pesados, aunque la CEA aseguró que dicha presencia se encontraba
dentro de los parámetros establecidos y no representaba un riesgo de salud para
habitantes o fauna de la laguna.
Pese a lo anterior, diversos grupos de las
localidades que rodean la laguna se alarmaron sobre la calidad del agua, pues
tanto en 2009 como en 2010, los pescadores detectaron peces muertos,
preocupación que se extendió a la población que dudaba en consumir producto
extraído de Cajititlán.
Por Víctor Hugo Ornelas
Para 2011, el Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Occidente, (ITESO), a través de su programa de ecología
política, publicó un estudio de Cajititlán en donde menciona que los
“Habitantes perciben que ha sido contaminada desde hace once años. La
diversidad acuática se está perdiendo y las condiciones naturales que permiten
el escurrimiento y la filtración del agua de lluvia cada vez están más
afectadas”.
El tema de la calidad del agua en Cajititlán
sigue siendo objeto de estudio de diferentes instituciones que se integran a
proyectos como el nombrado “Por un lago limpio” que cuenta con la participación
de la Universidad Politécnica de Tlajomulco, la Universidad de
Guadalajara y el ITESO, y que como objetivo tiene el de lograr mejorar las
condiciones ecológicas del vaso lacustre.
En los próximos días, integrantes de las
poblaciones ribereñas, algunas instituciones y grupos de investigación,
iniciarán una serie de reuniones en pro de mejorar las condiciones de la laguna
de Cajititlán y generar conciencia sobre la importancia de lo que es un símbolo
municipal que ha sido menospreciado por sus propios pobladores y que de
lograrse explotar, podría generar innumerables beneficios para Tlajomulco.
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