A sus 81 años, Guadalupe
Ureña García se mantiene activa, pero no lo hace solamente a través de las
labores del hogar, sus caminatas matutinas o la convivencia con sus familiares,
sino que a esto, añade el hecho de ser servidor público del ayuntamiento de
Tlajomulco de Zúñiga.
Lupita, como la conocen
en el pueblo, nació en septiembre de 1931, el nombre que pensaron sus padres
para ella, fue Silviana, sin embargo, nacer en vísperas del cuarto centenario
de la Virgen de Guadalupe cambiaría las cosas, “Nos dijeron que todos los que nacieran en ese año, fueran hombres o
mujeres, se iban a llamar Guadalupe”, mencionó Lupita, razón por la cual
tiene doble identidad, “Constataron que
era la misma persona y dijeron que no había problema”.
En 1966, Guadalupe
trabajaba en una tienda de abarrotes en la plaza de la Cabecera Municipal,
cuando su madre le comunicó que había recibido la invitación de un tío para
incorporarse a laborar dentro del Gobierno Municipal, encabezado en ese
entonces por el Alcalde Eliseo Zepeda China, “Me dijo mi mamá que mi tío Félix quería que me fuera a trabajar para
allá”.
La vacante que en ese
momento había era para realizar el cobro por el servicio de agua potable, pues
Emilia Ponce, quien se desempeñaba en dicho cargo, ya no trabajaría más, “Yo les dije que no quería, yo estaba a
gusto en la tienda”, señaló Lupita, pero al parecer no se trataba de una
petición lo que le hacían, sino del simple aviso que se tenía que presentar a
laborar de inmediato.
Guadalupe dejó con pesar
su trabajo en la tienda de abarrotes y aunque no recuerda el día exacto en que
se sumó a las filas del Ayuntamiento, sí tiene presente la imagen de un
escritorio, una pila de recibos y una máquina de escribir que le esperaban en
una oficina de la calle Independencia.
Al más puro estilo de la
función pública, nadie le indicó a Guadalupe lo que sería su trabajo o le
explicó cómo desempeñarlo, “Yo no sabía
ni qué iba a hacer y ya estaba empezando a llegar la gente”, algunos de los
que acudieron a realizar su pago habían sido sus clientes en la tienda de
abarrotes, situación que le brindó cierta comodidad para iniciar sus labores.
“Me reconocieron de la tienda y me decían -ándale
Lupe te viniste aqui- y yo les decía que sí, y les pedía paciencia, ya me
decían que iban a pagar uno o dos meses y con sus recibos anteriores les sacaba
la cuenta y ya empecé a cobrar”,
añadió la mujer de 81 años.
Poco a poco se fue
encarrilando y tomando práctica en la labor que desempeñaba, hasta lograr
dominarla completamente, lo que le valió continuar en el puesto cuando el
servicio de agua se incorporó al Sistema para los Servicios de Agua Potable y
Alcantarillado en Jalisco (SAPAJAL).
Guadalupe continuó con su
labor en el cobro del agua y fue testigo de la desincorporación del municipio
al SAPAJAL, por lo que se incorporó de nueva cuenta al Ayuntamiento, el cobro,
ahora lo hacía en lo que hoy es el edificio de la antigua presidencia.
No pasaron muchos años
para que Lupita encontrara el amor y decidiera unirse en matrimonio, en ese
entonces, una de las preguntas que recuerda que le hizo su madre fue si dejaría
su trabajo, “No, yo le dije que no, que
yo iba a seguir trabajando y le preguntó a José (su esposo) si él estaba de
acuerdo y dijo que sí y pues ¡Ah, bueno! Ahí seguí”.
Los problemas no faltaron
durante su desempeño en el cobro del agua potable, pues a las primeras fallas
en el servicio, era en Lupe en quien recaía el coraje y enojo de los
habitantes, “Sí, venían y me maltrataban,
ya me andaba, pero yo les trataba de explicar, en ese entonces había un sistema
de bombas, no es como hoy, hoy estamos en la gloria, antes sí era un problema”.
Otra situación que
representaba gran dificultad, era realizar el depósito de los pagos que
recibía, pues no había bancos en Tlajomulco y el trámite debía realizarse el
Municipio de Guadalajara, “Mandábamos a
Juan el Bombero y ya cuando venía de vuelta, siempre daba cuentas mochas, yo le
decía, le di tanto Juan, por eso se lo conté aquí”, narró Lupe entre risas
y melancolía por esos tiempos.
Los tiempos fueron
cambiando y Lupita se adaptó a ello, su máquina de escribir cambió por una
computadora y los cientos de habitantes que atendía cambiaron por miles en un
abrir y cerrar de ojos, el área en la que laboraba se integró a la Tesorería
Municipal, ahí es donde permanece ella.
Administraciones del PRI,
PAN, PRD y ahora Movimiento Ciudadano tomaron el poder y Lupita ha sobrevivido
a ello, oficinas se han habilitado, deshabilitado y Guadalupe las ha ocupado a
lo largo de 47 años de servicio público.
Lupita podría ser el
servidor público de mayor edad que permanece laborando en todo el Estado y
quizás de los pocos en la República, ella ahora es viuda y por su cabeza no
pasa aún la idea de jubilarse, aunque tampoco podría hacerlo, pues a pesar de
su longevo recorrido en el gobierno de Tlajomulco y tras diversos cambios
administrativos, su antigüedad laboral se cuenta desde hace 17 años, mientras
que para la jubilación, se requieren 30 años de servicio.
Todas las mañanas, Lupe
sale de su casa ubicada en Porfirio Díaz en la Cabecera Municipal y camina al
Centro Administrativo Tlajomulco, donde ahora desempeña el puesto de auxiliar
administrativo, archiva, revisa, ordena recibos y documentos sin ningún
pretexto.
En su camino a la
oficina, cuando pasa por el panteón, recuerda a su tío Félix, que ahí descansa,
y de vez en cuando le lanza algún comentario, “Hay tío, mira, yo que no quería trabajar ahí y ahora veme, la tienda
(donde trabajaba) ya ni está, qué sería de mí si no me hubieran contratado”.
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