lunes, 27 de agosto de 2012

La etapa que desapareció


Las casas fueron demolidas y hoy es un predio baldío

La etapa ocho del fraccionamiento Colinas del Roble se ha convertido solamente en un historia de terror para quienes vivieron en ella, pues al día de hoy, tan sólo quedan algunos rastros de lo que fue una zona habitacional.

En 2010, en las páginas de este semanario dimos a conocer las condiciones en las que se encontraban las viviendas del lugar, mismas que presentaban cuarteaduras y hundimientos generados por las circunstancias del terreno en el que fueron construidas.

En un inicio, los vecinos tuvieron problemas para ser atendidos, debido a las negativas por parte de la constructora Homex, sin embargo, conforme transcurrieron las semanas, el problema se agravó considerablemente, por lo que la constructora no tuvo otro remedio que reubicar a los habitantes de esta etapa.

Por Víctor Hugo Ornelas

Además, la inmobiliaria tuvo que demoler las viviendas y no dejar rastro del error que cometieron en edificarlas sin un estudio de mecánica de suelo, pero las huellas no fueron borradas del todo, actualmente en ese lugar, se pueden apreciar aún los restos de tres viviendas, de las cuales queda el puro cascarón y los indicios de que un indigente habita en una de ellas.

Pero sí ya habían construido de forma inadecuada todo un conjunto de casas habitación, no es de sorprendernos que la demolición la hayan realizado también al ahí se va, pues de manera irresponsable, al demoler las viviendas no clausuraron las tomas de agua y durante todo el día, el agua potable corre por varios lotes que quedaron vacíos. La fuga tiene ya varias semanas y mientras algunos fraccionamientos padecen por el vital líquido, en la etapa ocho de Colinas del Roble el agua se desperdicia sin que nadie lo evite.

Esta etapa es la muestra de la irresponsabilidad de los constructores, así como de las autoridades que emiten los dictámenes de habitabilidad, que en este caso particular, si los vecinos nunca hubieran denunciado y el tema fuera de dominio público, el peligro seguiría siendo el compañero incómodo de las familias ya reubicadas.

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