martes, 26 de febrero de 2013

¿Y tú te quejas?


Luis Carlos y Moisés, han tenido la fuerza y determinación necesaria para sobreponerse a todas las adversidades. Ellos son cuadripléjicos, su cuerpo ha quedado condenado a pasar el resto de su vida en silla de ruedas, pero su espíritu no conoce límites.

La pintura les ha presentado un mundo totalmente diferente, les brinda el sustento para su familia, pero lo más importante, la motivación para seguir adelante. Donde se presenten, además de demostrar su habilidad para el arte, demuestran también su fuerza y ganas de vivir.

Por Mario G. León


Luis Carlos tenía su vida resuelta cuando tenía 21 años, celebraba su cumpleaños y unas copas de más, sumadas a la imprudencia de manejar, le provocó la fractura de sus vértebras cervicales. Salir del hospital y librar la batalla contra la muerte le llevó cuatro meses, pero salir de su postración emocional le costó varios años; su vida era renegar y ver la televisión. Fue un anuncio de una exposición de Toño, un pintor cuadripléjico, lo que le movió a ponerse en contacto con él para “Aprender mañas” y hacer más llevadera su discapacidad.

“Yo no sabía pintar, no sabía nada ni me interesaba, Toño me enseñó todo, empecé con un dibujo como de kínder, pero con eso pude formar parte de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie”. En la asociación conoció a Moisés, con quien hace equipo de trabajo desde hace varios años.

Moisés quedó cuadripléjico también a los 21 años, a diferencia de Luis Carlos, su vida no estaba resuelta, al contrario, había perdido toda esperanza y decidió quitarse la vida, sin embargo, al caer de 11 metros lo único que logró fue quedar sin movilidad. Su recuperación fue mucho más lenta, duró muchos años postrado en la cama sin querer continuar con una vida, que ya de por sí, encontraba vacía.

“Un día pensé que si había tenido el valor de intentar quitarme la vida, también lo debería tener para salir adelante, comencé a esforzarme y tratar de hacer algo, pensaba en escribir un libro, volverme filósofo, una vez vi una película llamada Johnny, de una chava cuadripléjica que empieza a pintar con la boca y pensé, yo también puedo hacer lo mismo, le platicaba a mi familia y me decían que sí me apoyaban, pero no hacían nada, todos me daban el avión, después de 10 años, un primo me contó de un chavo que traía una silla eléctrica y que quizás podía darme una de esas, también me dijo que era pintor, que pintaba con la boca, entonces le marqué”, se trataba de Saúl, ahí comenzó de nuevo la vida de Moisés.

Con renovadas esperanzas, los dos rehicieron su vida dando un giro radical, para Luis Carlos, con nuevos proyectos; para Moisés, por fin, con un porque y un para que. La pintura para ellos se convirtió no sólo en una nueva actividad, sino en su sustento de vida.

Ahora los dos han encontrado pareja, Laura Cecilia enlazó su vida a Luis Carlos y Sharon a Moisés. El equipo creció, ya no era de dos, los cuatro comparten ilusiones y proyectos, comparten una vida llena de retos para todos, en un cálido hogar, ubicado en San Senbastián el Grande.

“Tengo que hacer las cosas siempre por dos personas, sea comer, acostarnos, lo que sea; compartir la vida con una persona discapacitada a mí me ha enseñado muchísimo”, nos compartió Laura Cecilia.

Salir adelante ha requerido para los cuatro, vencer constantemente sus miedos, dejar atrás los complejos y enfrentar cada obstáculo que se les presenta. Al platicar con ellos, es fácil verlos como un ejemplo a seguir y resulta casi imposible no contagiarse de su positivismo, están convencidos que su discapacidad nos los hace incapaces de casi nada, “La incapacidad está en la mente, si necesitamos algo nos ponemos el reto y encontramos la manera, tú haces esto y yo esto otro, nos las ingeniamos, pero lo hacemos”.

Siempre trabajan en equipo, incluso en su hogar, donde tienen su estudio, “Hacemos todo juntos, nos complementamos bien porque tenemos técnicas diferentes, pero no sólo para pintar, platicamos con chavos, les contamos de nuestra experiencia, los enseñamos a pintar, lo que nos pidan; entre nosotros no hay envidia ni codicia, compartimos y nos apoyamos en todo”.

Su vida no es fácil, pero siempre encuentran la manera de salir adelante. Pintar para llevar el sustento a su casa no es sencillo, pues compiten directamente con todos los pintores de la zona metropolitana, sobre todo de Tonalá. Pero adquirir uno de sus cuadros no es sólo comprar una pintura, ellos ofrecen más que eso. Tener una de sus obras, es llevar a casa una terapia permanente, al verlas, es imposible no recordar cómo fueron hechas, toda la historia que existe detrás de ellas, después de unos segundos de estar frente a uno de sus cuadros, no queda otra cosa que decirse a uno mismo: ¡Y tú te quejas!

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